Sentado, cómodamente dejando que se alineen ante mis ojos las letras, leo aquellos textos que con “tristeza” constituyen los mal llamados “libros obligatorios”, como si una enfermedad mortal se hubiese apoderado de ellos y fuese mejor nombrarlos con asepsia penitenciaria, sin demasiada intromisión en los asuntos que relata o vibran en su interior. Desde lejos, ojalá auscultados desde las frías páginas de la interconexión mundial imagino y pienso, pesimista, en la alumna o el alumno.
En el llamado “Estado Mundial” del mundo de Huxley, la estabilidad social es perfecta en la medida de que al olvidar nuestra pequeña e inmensa historia: personal, comunitaria, mundial, planetaria, quedan sus integrantes supeditados al designio del número, pero esta democracia está incubada y a-condicionada de ante mano, en los laboratorios del poder: un “Estado Mundial” en medio de Un mundo feliz. Escabrosa historia, casi de terror si se da pie a los comentarios respecto de lo premonitorio de algunos aspectos del libro de Huxley.
Hace frío, el frío que acostumbro en mi arraigo, pero ayer no más apedrearon el bus en el que iba. Los de arriba del bus y los de abajo, enfrascados en la batalla campal por subir éstos al cuadrúpedo de troya y, sin esperar a que Esparta duerma, caer a sus espadas desde el lomo del animal y clavar con salvaje arrojo un nombre cualquiera o ese nombre para él. Hace frío y para esto no hay remedio en los laboratorios de Huxley.
¿Será el amor entonces el acorde para la historia de este papirote? ¿Alguno se habrá enamorado en invierno? ¿Cuándo el agua sabe caer perfecta por la piel? Sin duda alguna el coro sería al unísono. Pero acaso ¿es un Arte? ¿Amarte es verdaderamente un sólido complejo entre Amar y Arte? ¡Un aviso antes de seguir! Entre otros, Erich Fromm, estará chateando hoy a las ocho para resolver el tema. Algo no lo convence en la fórmula y por eso se propone una investigación sobre la naturaleza del amor.
- “Que pelu’o”.
- “Pero que fome, si es muy fome”.
Por otro lado, la lectura fruitiva o deleitosa que tanto se persigue en realidad termina por encontrarnos a la edad de Alicia en el país de las maravillas, y… simplemente, porque se atrevió a mirar dentro del espejo, a no temer a los presos dentro y ¡vaya! que al salir, el mundo pinta otros colores que no siempre son los del arco en el iris.
En fin, que cambien las estaciones no significa nada en las hojas de los libros, ellos saben como detenerse. Además nos andan buscando, he escuchado por ahí. Su especialidad es el tiempo innombrable. Tiempo que no existe para el cuidadoso que traza el andar por los bordes afilados de los fajos. Porque el libro es peligroso: si es un no tiempo, son todas las cosas que en él duran.
prof. ignacio herrera
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