Esta celebración del Día Mundial del Libro fue distinta porque así lo dictaminó la indómita naturaleza que nos sustenta. Al escenario de nuestro colegio resquebrajado se sobrepuso la actividad pedagógica que, en bella metáfora, quiere no sólo recomponer todas las fisuras sino que resaltar la voluntad de la página en blanco que da pie a la creación de tantos mundos como deseos que habitan en la imaginación de los alumnos.

Desde Pre Kinder a 4º medio, fueron diversas las actividades que emprendieron los jóvenes y niños de la comunidad JAN: Cuentos infantiles de nuestros “pequeños, pero grandes escritores”; cuenta cuentos; pinta cuentos; minicuentos que recuerdan al grandioso pero breve: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, del escritor guatemalteco Augusto Monterroso; los atractivos collage creados en la actividad pinta tus portadas; cuentos gigantes; cuentos en pareja; la combinación de narraciones gráficas y escritas presentes en los cómic que tanto atraen a adolescentes y no tanto, junto a la literatura de cordel, decoraron el patio del establecimiento.
A todas estas actividades se sumó la ya clásica Feria del Libro Usado, donde fue posible intercambiar todo tipo de material bibliográfico de interés general: desde literatura complementaria hasta Condoritos de colección.
En suma: el árbol del conocimiento y el goce quiso florecer con fuerza en la plaza pública del Colegio José Abelardo Núñez, queriendo destacar en cada momento las preciadas palabras del escritor mexicano Sergio Pitol (Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, 1999; Premio Cervantes, 2005):

“La palabra libro está muy cercana a la palabra libre; solo la letra final las distancia: la o de libro y la e de libre. No sé si ambos vocablos vienen del latín liber (‘libro’), pero lo cierto es que se complementan perfectamente; el libro es uno de los instrumentos creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la ignominia, libres también de los demonios, de los tiranos, de fiebres milenaristas y turbios legionarios, del oprobio, de la trivialidad, de la pequeñez. El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos, establece la individualidad y al mismo tiempo fortalece a la sociedad y exalta la imaginación. Ha habido libros malditos en toda la historia, libros que encarcelan la inteligencia, la congelan, y manchan a la humanidad, pero ellos quedan vencidos por otros, generosos y celebratorios a la vida, como el Quijote, Guerra y paz, las novelas de Galdós, todo Dickens, todo Chéjov, todo Shakespeare, La montaña mágica, el Ulises, los poemas de Whitman, y los de Rubén Darío, Leopardi, López Velarde, Rilke, Pablo Neruda, Octavio Paz, Antonio Machado, Luis Cernuda, Gil de Biedma, y tantísimos más que derrotan a los otros.

Si el hombre no hubiese creado la escritura –continúa Pitol– no habríamos salido de las cavernas. A través del libro conocemos todo lo que está en nuestro pasado. Es la fotografía y también la radiografía de los usos y costumbres de todas las distintas civilizaciones y sus movimientos. Por los libros hemos conocido el pensamiento chino, griego, árabe, el de todos los siglos y todas las naciones. En fin, el libro es para nosotros un camino de salvación. Una sociedad que no lee, es una sociedad sorda, ciega y muda.”
Hemos decidido: ni sordos, ni ciegos, ni mudos.
Puente Alto, 24 abril 2010